viernes, 6 de junio de 2008

¿CAFÉ PARA TODOS?

Si nos aproximamos a un producto concreto, el ejemplo más destacado lo tenemos en el café: es el segundo producto más importante para la exportación de los países en vías de desarrollo después del petróleo. Se trata de un producto que está orientado hacia el mercado internacional, de manera que mientras su producción se concentra en los países de clima cálido en desarrollo, su consumo se realiza sobre todo en los países de clima frío.


La característica más destacada del comercio del café es que mientras en la producción y el consumo se encuentran un gran número de personas (productores agrícolas y consumidores), en el proceso de comercialización internacional y torrefactado intervienen un número reducido de empresas que están en condiciones de ejercer un fuerte control y determinación sobre los precios, y sobre la forma en que se reparte el valor añadido que se va generando en el proceso de elaboración y comercialización. Baste como ejemplo señalar que en el mundo 20 millones de familias rurales viven del cultivo del café, estando en sus manos más del 97% de la plantación y recolección.


En 1989 se pone fin a 27 años de regularización del mercado del café a través de un convenio por parte de la Organización Internacional del Comercio: en esa fecha se liberaliza, y desde entonces, pero especialmente desde 1997, se ha producido una espectacular caída del precio que se paga a los productores. Cuando en 1997 el precio indicativo de la OIC era de 133,91 dólares por quintal, pasó en 1999 a 85,72, y a 45,60 el año 2001. La situación ha llegado a degradarse hasta tal punto que se estima que los productores solamente reciben un 4% del total del precio. El motivo de esta situación no se debe exclusivamente a un planteamiento erróneo de los países productores, sino a la necesidad que tienen estos países de hacer frente a la deuda externa, que lleva a un aumento de la producción y un abaratamiento de la mano de obra. De esta forma esos recursos destinados a la deuda externa no se reinvierten en la producción, ni en la mejora de las condiciones sociales, con lo que se cierra el círculo vicioso de la pobreza.

Frente a toda esta situación, el café es uno de los productos que tienen más salida en las tiendas de comercio justo, si bien en 2001 el volumen de ventas a través de estas tiendas todavía no superaba el 0,5% del volumen total de negocio en el sector.

CONSECUENCIA: la fuerte bajada de precio no significa la caída del mercado internacional, sino la concentración de los beneficios en los distintos intermediarios: en la década de los noventa el valor total del comercio del café era de 30 mil millones de dólares, de los que el 40% permanecía en los países en desarrollo; en el bienio 2000 – 2001 el valor del comercio creció hasta 65 mil millones de dólares, pero sólo el 8,46% de esta cifra permaneció en los países en desarrollo.

(Escrito en 2006)

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